A devolver la alegría al aula


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Hace días conversaba, en una charla  con alumnos de Cuarto Medio, haciendo un recuento de su viaje por el aula.

  Emocionados recordaban sus primeros días, la alegría con que llegaban al colegio y las ganas de aprender. Eran una ebullición de preguntas y ganas de participar.

 Sin embargo con el paso del tiempo, esa energía se fue disipando y convirtiéndose en abulia, aburrimiento, desgano.

Al preguntarles la razón de este cambio radical, comentaban que era producto de las evaluaciones eternas, de la cantidad gigantesca de contenidos y una competencia continúa por resultados, vivían con la presión de pruebas internas, externas (Simce, PSU) y de tanto ocuparse por la “producción final” dejaron de disfrutar el viaje.

¿Por qué no podemos hacer clases divertidas? ¿Por qué no podemos aprender con alegría? Se preguntaban y más allá de sus cambios personales y su madurez, cuestionaban las razones que hicieron que esas ganas de esta en el aula se disiparon.

No hay que sr brujo o bruja para no reconocer que nuestros sistema educativo es contenidista y plagado de evaluaciones, mediciones, que en el intento de fabricar operarios para las empresas, anulamos no sólo lo que hace únicos e irrepetibles a nuestros alumnos también su alma creativa, innovadora.

¿Por qué entonces no hacer un esfuerzo colaborativo y devolver la alegría al aula?

Aprender entre risas y juegos, participando en un espacio colaborativo y comunitario

En la Era Digital es absolutamente posible.

Tenemos a nuestros alcance miles de recursos digitales gratuitos, que nos conectan a nuestros alumnos.

 Está comprobado el impacto positivo que provoca un emoticón, un wazapeo divertido, un snapchateo que les recuerde una actividad.

¿Para que pasar horas eternas entregando contendidos que están en la web? ¿Para qué estar obsesionados con tantas evaluaciones, anacrónicas y estandarizadas?

Podemos educar de manera diferenciada, potenciando sus habilidades y competencias naturales, creando proyectos de vida donde ellos sean líderes y forjadores de sus propias sendas futuras.

Devolvamos al aula su capacidad de motivar, emocionar y encantar a los niños, devolvamos la alegría que tenía los primeros años escolares, donde la risas y las ganas de participar la habitaban.

 

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